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En el mundo globalizado de la actualidad la competencia, tanto directa como indirecta, puede llegar de manera sorpresiva, esto es, que rompa con la agenda de trabajo establecida por la gerencia y, por tanto, los estrategas deben de tener una mentalidad gerencial proactiva que les permita responder o anticipar los cambios “bruscos” de su entorno (Navas y Guerras, 2002; Zehir et al., 2006). Por tanto, la actividad empresarial es prioritaria para cualquier economía interesada por alcanzar los mejores indicadores de bienestar para su población, en otras palabras, impulsar un ambiente sano de negocio es un eje vital para los gobiernos y muy deseado por los directivos que deseen expandirse geográficamente a otros mercados o crecer en su mercado nacional (Kaplan y Norton, 2008; Navas y Ortiz, 2001, 2002). De ahí, la importancia gestionar las metas estratégicas mediante el marco de trabajo del cuadro de mando integral (CMI). En un mundo globalizado y altamente dinámico, las organizaciones requieren llevar a cabo una planificación estratégica profesional para anticipar los peligros potenciales y prevenirlos o minimizarlos de forma eficiente, con ello, se busca alcanzar el éxito deseado por la junta directiva y las partes interesadas de esta. En este sentido, desarrollar un sistema que identifique, evalúe y optimice los recursos y capacidades clave de una organización, podría ayudar a la identificación de recursos tangibles e intangibles, así como la evaluación de las capacidades organizativas para aprovechar al máximo esos recursos.